miércoles, 2 de enero de 2008

Camada de demagogos

POR LILLIAM OVIEDO

Miguel Vargas Maldonado, cena en Nochebuena junto a familias pobres y se hace tomar fotos repartiendo “ayudas”. ¡Como si no estuviera registrado en la historia reciente del país aquel abril del año 1984! En abril de 1984, un gobierno del partido que hoy lleva como candidato a Vargas Maldonado, el Partido Revolucionario Dominicano, impuso a sangre y fuego un programa de ajustes del Fondo Monetario Internacional, pero este hecho, con un saldo de cientos de muertos, no es obstáculo para que su equipo de campaña utilice la pobreza como tema.

Amable Aristy Castro, con su “despiste” habitual, se hace fotografiar junto a pobres a quienes él ha hecho algunos “regalos”. ¡Como si no estuviera comprometido con formas de despojo “legalizadas” en los gobiernos de Joaquín Balaguer y “modernizadas” por los gobernantes corruptos de la última década! Sembrar pobreza y cosechar los frutos. ¡Qué descaro!

Sólo en un sistema político que presenta una oferta electoral semejante, puede tener cabida el liderazgo del presidente Leonel Fernández, (de algún modo hay que llamarle), fundamentado en la dádiva y en el clientelismo de la peor especie, en la práctica politiquera y en la competencia con candidatos con el mismo signo, comprometidos con los mismos sectores y obligados igualmente a validar el entreguismo.

Leonel Fernández y su bien pagado equipo de campaña no han reparado en que las fotos y fílmicas que utilizan en los anuncios de campaña parecen sacados de una película de terror. El candidato se hace retratar entre familias damnificadas con el hambre de décadas dibujada en muchos rostros y las carencias pintadas en los harapos que visten y en la forzada languidez de sus cuerpos. ¡Como si él no hubiese gobernado este país durante cuatro años para cerrar la década pasada y no llevara otros tres años en el Gobierno!

¿No son ésas las personas sacrificadas para construir un Metro que no se sabe a qué precio podrá transportar a la gente y que ha absorbido ya miles de millones de pesos? No estamos a tiempo de olvidar que en 1998 Fernández instruyó al director de la Defensa Civil, Elpidio Báez, no decir a esa misma gente dónde estaban ubicados los refugios, y esto hizo mayor el número de víctimas en estos grupos poblacionales.

Los 9 años transcurridos no convierten este relato en una serie de fríos datos. El paso de las tormentas Noel y Olga, en el año recién pasado, dejó claro que se trata de un ejercicio no superado. En los días finales de octubre, Meteorología no informó a la población de la llegada del fenómeno y las autoridades alegaron luego que al pasar por el Mar Caribe el fenómeno tomó fuerza. El Caribe siempre estuvo ahí, pero el Gobierno permitió que los vientos y las lluvias torrenciales sorprendieran a la gente. En la tormenta Olga, el desagüe de la presa de Tavera fue dispuesto sin tomar en cuenta que se llevaría a muchas decenas de personas. ¡Cuántos cadáveres fueron vistos y cuántos no han sido siquiera sepultados!

Pero el presidente Leonel Fernández, como si no tuviese responsabilidad en la pobreza y en la desgracia, utiliza fotos de miseria y abandono y se hace filmar en ropa de calle repartiendo cajitas entre los damnificados de la tormenta, que son, sobre todo, damnificados de la desigualdad centenaria.

Sus contrincantes electoreros hablan sin ahondar en la causa, porque están sucios del mismo lodo. Han sido y siguen siendo instrumentos de la coerción de clase, de la represión contra las mayorías para imponer las decisiones de los grupos privilegiados.

El cuadro lo completa el poder permanente local, tutelado por el poder imperialista y formado por los grupos empresariales y los centros de creación de ideología. La poderosa Iglesia Católica, en voz de su Cardenal, pide a Dios que dé a este pueblo fortaleza para reponerse de las desgracias.

Al inicio de un año que es, por demás, un año electoral, hay que decir que la peor de las desgracias es la insultante oferta electoral que presenta este sistema político que tiene por padre a Joaquín Balaguer… Y reiterar que es un acto de desfachatez y de incalificable desvergüenza, el contribuir a sembrar pobreza, para luego utilizarla como tema de propaganda electorera… El Presidente y los demás candidatos desempeñan tan bien el papel de caradura, que bien se ve que no les representa esfuerzo alguno…