lunes, 19 de marzo de 2007

Rafael Flores Estrella: DR-CAFTA


Lic. Rafael Flores Estrella
15 de Marzo de 2007
Proyecto Patria

El PROYECTO PATRIA, como confluencia de ciudadanos que luchan por el bienestar general del Pueblo Dominicano, por su realización histórica y política, por la plena vigencia de la soberanía nacional y la transformación de las injustas estructuras de nuestra sociedad, tiene el deber, y más que el deber la obligación, de fijar públicamente, en los términos más claros y precisos posibles, su posición respecto al acuerdo de libre comercio con Estados Unidos y Centroamérica (RD-CAFTA) estableciendo las responsabilidades sociales, económicas y políticas condignas y advirtiendo a nuestro pueblo sobre los efectos perniciosos, ruinosos y disociadores que dicho acuerdo, de clara intensión anexionista, implicará para todos los que habitamos esta Patria de Duarte.

1. Señalar que el CAFTA-RD no es un tratado (TLC) como eufemísticamente se nos ha hecho creer, sino un acuerdo concertado entre un gigante (Estados Unidos) y seis enanos que son Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y República Dominicana .

2. Significar que en dicho acuerdo el Presidente de los Estados Unidos tiene pleno derecho al veto en cuanto a la aplicación o no, parcial o total del mismo, prerrogativa unilateral que no tiene ninguno de los presidentes de los demás países participantes en el pacto.

3. Significar que el referido acuerdo no procura promover el “libre comercio” por cuanto éste ha existido desde siempre entre la República Dominicana y Estados Unidos, sino la eliminación de aranceles (es decir de los impuestos y gravámenes de importación) aplicables a los productos y servicios originarios de los países signatarios del RD-CAFTA

4. Recordar que 1919 en la República Dominicana se dispuso la eliminación de aranceles, durante el gobierno de la ocupación militar norteamericana, mediante las Ordenes Ejecutivas Nos. 247 del 31 de Octubre y la 332 del 25 de Septiembre de ese año.

5. Indicar que la eliminación de aranceles dispuesta por los norteamericanos en 1919 implicó la quiebra de la incipiente pequeña industria nacional y de la mayor parte de los productores agrícolas y pecuarios del país, tal y como lo señalan los políticos, historiadores y empresarios de la época: señores Luís Felipe Mejía, Francisco J. Peynado, José del Carmen Ariza, Antonio Hopelman, Juan Senior y Melvin Knight entre otros.

6. Resaltar que esa situación onerosa y dañina perduró hasta noviembre de 1925 cuando mediante la Ley 190 se restablecieron los aranceles y se pasó a proteger a los remanentes de la industria local.

7. Declarar que de llegar a materializarse en los hechos el CAFTA-RD, tal y como ha ocurrido, al igual que en 1919 se producirá de nuevo una quiebra generalizada de toda la mediana y la pequeña industria nacional, y que por igual habrán de desaparecer la mayoría de nuestros productores agrícolas y pecuarios, no obstante las “compensaciones y exoneraciones” que algunos segmentos indolentes y aprovechados del empresariado procuran a título de privilegio.

8. Denunciar que de producirse, como efectivamente se producirá, la quiebra de la mediana y pequeña industria nacional, así como de los productores agrícolas y pecuarios, esto significará la perdida de miles y miles de puestos de trabajo, lo que sumirá en el desempleo y la pobreza más inhumana y cruel a la mayor parte de nuestro Pueblo.

9. Especificar que, además de los bienes industrializados, los productos agropecuarios que más se verán perjudicados serán: el arroz, el maíz, los frijoles (rojos, blancos, negros y pintos), los vegetales, las hortalizas, las legumbres, el azúcar, el aceite, la leche, la carne de vaca, la carne de cerdo, la carne de pollo, los huevos, el pan, la cebolla, el ajo, las papas, la yuca, los tomates, los guandules, el cacao, el café y muchos otros.

10. Establecer que la entrada en vigencia del acuerdo RD-CAFTA implica la realización de una nueva reforma fiscal o paquetazo, como efectivamente se ha hecho, quizás el más grande que se haya producido en la historia económica reciente de la República Dominicana, por cuanto se pretende lanzar sobre las espaldas de las clases medias y sectores populares el fardo de RD$ 35 a 40 mil millones de pesos en nuevos impuestos y gravámenes, lo que aumentará groseramente los actuales niveles de pobreza y miseria que se viven en el país y una mayor recesión de la ya maltrecha economía nacional.

11. Recalcar que de igual manera se incrementará la carga tributaria que pesa sobre el aparato productivo nacional, restando competitividad a nuestros productos y servicios con relación a los servicios y productos de Centroamérica y los Estados Unidos.

12. Subrayar que una vez entrado en vigencia el denominado RD- CAFTA se producirá de inmediato un aumento exorbitante de las importaciones, fundamentalmente suntuarias, lo que empeorará el déficit comercial y de balanza de pagos que de manera crónica arrastra la República Dominicana, debilitando aún más nuestra economía y presionando a nuevas devaluaciones del Peso Dominicano.

13. Indicar que todas las rondas de “negociaciones” del RD-CAFTA se llevaron a cabo en el más absoluto secreto, casi en la clandestinidad, sin consultar ni informar jamás al Pueblo Dominicano, que es el que en definitiva sufrirá en carne propia todos los rigores y los males que se desprendan de este oneroso acuerdo.

14. Insistir que dentro del marco del CAFTA-RD no se obliga a los Estados Unidos a desmontar su régimen de cuotas, subsidios y exigencias fitosanitarias, y a nosotros sí. En ese contexto la República Dominicana no puede competir con las naciones Centroamericanas que son parte del acuerdo, ni mucho menos con una economía altamente desarrollada como la norteamericana. Esto equivale a poner un boxeador a pelear con una mano amarrada o a una carreta de bueyes a competir en una carrera de velocidad con un Ferrari

15. Establecer claramente que el RD-CAFTA es virtualmente un Contrato de Anexión económica y política del país, con la consiguiente perdida de libertad, soberanía, autodeterminación e independencia; lo cual resulta ser absolutamente inaceptable para aquellos que nos preciamos de ser buenos y verdaderos dominicanos.

16. Responsabilizar a los gobiernos de los señores Hipólito Mejía y Leonel Fernández, de todas las consecuencias negativas que en todos los ordenes se derivarán de la puesta en vigencia de este acuerdo y de los conflictos sociales de toda naturaleza que habrán de aflorar como fruto de su conducta proterva y genuflexa, señalándoles que su accionar significa un acto de traición a la Patria y que como traidores deberán tratados y juzgados en su oportunidad por la Historia y por el Pueblo.

17. Responsabilizar por igual a todos aquellos legisladores que en el seno del Congreso Nacional han respaldado con su voto el contenido de este acuerdo antinacional y anexionista. Se han convertido por igual en traidores a la Patria.

18. Responsabilizar a la dirigencia de los partidos políticos tradicionales (PRD/PLD/PRSC) que han actuado contrario los intereses del Pueblo Dominicano, dándole la espalda a la masa de electores que equivocadamente depositaron en ellos su confianza, sus esperanzas y sus sueños.

19. Responsabilizar asimismo, a aquellos segmentos del empresariado nacional, que pensando únicamente en intereses mercuriales particulares se han prestado a ser parte de esta iniciativa que no procura otra cosa que la liquidación de la Nación Dominicana.

LA BATALLA DEL 19 DE MARZO


La Guerra Domínico-Haitiana:

La Batalla de Azua (Batalla del 19 de marzo de 1844)

El 19 de marzo de 1844, se libra la primera gran acción de guerra entre tropas dominicanas al mando del General Pedro Santana y el grueso de las fuerzas expedicionarias haitianas encabezadas por el Presidente Charles Hérard ainé, la cual tiene lugar a la entrada de la población de Azua, por el camino de San Juan, en donde formó Santana su línea de batalla defendida por dos piezas de artillería: una a cargo de Francisco Soñé, y la otra a cargo del Teniente José del Carmen García. Estas cañones se ubicaron en el centro de la villa, frente al camino de San Juan.

Las tropas dominicanas estaban distribuídas de la siguiente manera:

En el Camino del Barro (noroeste del pueblo), la fuerza de la fusilería azuana comandada por el capitán Vicente Noble;

En el Fuerte Resolí, en un pequeño cerro al norte y en la orilla derecha del Río Vía, 200 hombres al mando de Nicolás Mañón (Nota: no confundir este fuerte con el localizado en Najayo Arriba, San Cristóbal);

En centro de la villa, frente al camino de San Juan, se encontraban dos cañones, uno manejado por Francisco Soñé y otro por José del Carmen García;

En Los Conucos y camino a Las Clavellinas (suroeste del pueblo), se encontraba una fuerza de artillería comandada por Matías de Vargas, José Leger y Federico Martínez.

El combate se generalizó desde las siete y media de la mañana y, luego que los dominicanos rechazaron varios ataques dirigidos a abrir brechas por los flancos, la lucha se entabló, con todo vigor, en toda la línea al oeste del pueblo.

El historiador José Gabriel García relata que aunque los expedicionarios haitianos pelearon "con denuedo y sus jefes dieron pruebas ostensibles de pericia e intrepidez, la defensa fue superior al ataque, pues los encargados de ella aunaron sus esfuerzos..."

Continúa García: "...los invasores se vieron al fin obligados a retroceder y batirse en retirada, primero los que venía por el camino de San Juan, aterrorizados por los efectos del cañón; después los que venían por Los Conucos, envueltos en la derrota de éstos; y en última los que marchaban por El Barro, que fueron los que más resistieron, dejando el campo en que maniobraron sembrado de cadáveres y despojos militares..."

Derrotados por todas partes, los haitianos "se retiraron, por último, a un lugar en que el camino forma un codo y se encontraron así al abrigo del fuego de los dominicanos. Los haitianos podían ser 5,000 en el momento del ataque. Los dominicanos reunidos en Azua y en un pequeño fuerte que domina el pueblo, a orillas del Vía, presentaban un efectivo de 1,500 hombres de los cuales sólo 800 tomaron parte en la acción que duró tres horas. Los haitianos se retiraron dejando en el campo de batalla una gran cantidad de muertos entre los cuales se cuentan dos generales, tres coroneles y un gran número de oficiales de todos los grados". (Carta del Cónsul St.-Denys al Ministro de Asuntos Extranjeros de Francia, del 25 de marzo de 1844).

Por la noche, Santana organizó sus tropas y abandonó Azua junto con sus pobladores, retirándose hacia Sabana Buey. En el camino dejó dispuestas sus tropas colocándolas en diferentes puntos estratégicos, especialmente en el paso del desfiladero de El Número, en donde el General Antonio Duvergé quedó a cargo de la defensa. (Esta retirada de Santana, luego de haber ganado la Batalla de Azua, ha sido uno de los puntos más controversiales de nuestra historia republicana.)

Al otro día, cuando los haitianos se preparaban para atacar, se dieon cuenta de que Azua estaba desierta y entonces procedieron a ocuparla el día 20 de marzo de 1844, según el historiador haitiano Thomas Madiou, al señalar: "Todos los habitantes la habían evacuado: los haitianos no vieron sino dos mujeres, de las cuales una era loca y la otra de edad muy avanzada, y algunos animales. El 21 llegó el General Souffrant a la cabeza de su columna, que tenía tres días de retardo a causa de las emboscadas que se había visto obligado a combatir, casi diariamente, desde su salida de Neiba".

El 31 de marzo, el Almirante francés de Moges, a bordo de la Fragata "La Neréide", se sitúa en la Bahía de Ocoa y desde allí le dirige una comunicación al Presidente de Haití, Charles Hérard, en su cuartel general de Azua, para incitarlo a la conciliación con los dominicanos y para reiterarle la propuesta que le hizo el 8 de marzo el Cónsul Levasseur, para que aceptara la mediación de Francia en la terminación del diferendo sin derramamiento de sangre y sin odios.

Al día siguiente, 1ro. de abril, de Moges desembarca y se traslada a Azua, en donde sostiene una entrevista con el Presidente Hérard, en su cuartel general, en relación con la cual al día siguiente escribe un reporte al Cónsul Saint-Dennys, en el cual expresa estas informaciones: Hérard cree que el movimiento dominicano no es la obra del pueblo, sino de la clase superior, que quiere tener participación exclusiva en los asuntos y los empleos; Hérard explica que sólo hará la guerra contra esos rebeldes, por tanto no quiere apresurarse a fin de dar al pueblo la oportunidad de reflexionar y de retornar a la autoridad haitiana; dice, también, que los españoles (nombre con que designaba a los dominicanos) pudieron haber planteado sus aspiraciones independentistas cuando se revisaba la Constitución en 1843, pero que ahora esto era intempestivo; y, por último, afirma que viene como pacificador, y no como un triunfador, por lo que no comprende la necesidad de una mediación extranjera, ya que esto sólo estaría en orden si los ejércitos dominicanos fueran numerosos y la lucha por Santo Domingo fuera muy sangrienta.

El 10 de abril de 1844, Hérard lanza desde Azua una nueva Proclama por virtud de la cual anuncia que en breves días Santo Domingo "verá sus muros abiertos ante sus columnas victoriosas", a la vez que formula el juramento de "no deponer las armas sino después de haber sometido a la obediencia a los rebeldes de la parte oriental de la República y de haber impuesto silencio a la voz envenenada de la discordia".

Fuente Original: http://www.jmarcano.com/mipais/historia/batallas/guerra1b.html